viernes, 2 de agosto de 2013

Capítulo 2 - Archivos


Ni siquiera miró hacia atrás antes de cerrar la puerta de entrada a su nuevo piso. Tan solo era para guardar las apariencias y completamente impersonal. La mayor parte del mobiliario era de color gris o blanco, guardando el equilibrio de la casa. Pero, sinceramente, no le preocupaba demasiado la decoración, puesto que apenas sí lo utilizaría para dormir.


Tampoco se sentía del todo cómodo con la ropa que le habían asignado. Cuando llegó ya estaba todo preparado, incluso los conjuntos que debería vestir. Se suponía que con aquella ropa no llamaría la atención. Aun así, él seguía teniendo la sensación de que la última vez que había aterrizado en la tierra la moda era muy diferente. No podía haber pasado mucho tiempo desde entonces, ¿verdad?

Pero enseguida se recriminó por dejar vagar la mente por temas tan intrascendentes. Debía centrarse en el proyecto que tenía entre manos. Además, era de los menos desagradables que le habían encomendado, tratándose solo de una investigación.

Lo primero que iba a hacer era acudir al ayuntamiento. Donde estaban todos los archivos oficiales sobre su objetivo.





— ¿Ha encontrado lo que buscaba... señor Deron?

Se giró tan solo después de escuchar su nombre.

— Muchas gracias por todo —dijo educadamente, y salió.

En realidad, no había hallado nada de utilidad. Todo fechas y nombres humanos. Claro, que tampoco sabía qué tipo información que necesitaba, por lo que dejó todo lo posible apuntado.

Caminó por la calle un tanto más desanimado y frustrado que cuando entró. Pero no le importaba, seguía sereno y tranquilo.

Su segundo intento pasaría por el colegio en el que había cursado su educación obligatoria y el bachillerato. Pensó en lo mucho que había cambiado la educación en los pocos siglos que había vivido, era una especie de rápida evolución, de ello no cabía duda.

Esta vez no fue tan decepcionante. Encontró registros de sus notas, que no eran malas, pero no destacaban, excepto en arte. Pero lo más interesante fueron las notas que habían dejado sus tutores.

Según esos apuntes siempre había sido una niña muy solitaria, pero sin ningún tipo de confrontaciones o disputas. Hasta sexto curso.

Vio cómo se habían resentido sus notas ese año, y según su tutora se debió al acoso recibido por parte de sus compañeros de clase. Nunca se había integrado en el grupo, y ese año sufrió por ello. Empezaron a excluirla de forma consciente y malintencionada, a apartarla del grupo, y más tarde, a insultarla y humillarla.

Según los archivos, el siguiente curso, sus padres la cambiaron de centro con la esperanza de que no se volviera a repetir.

Se dijo que iría al día siguiente y continuaría su búsqueda en cuanto los centros volvieran a estar abiertos. Y así, tomó el camino hacia su impersonal piso.





Cuando llegó se encontró con una pequeña sorpresa. Era Neirul.

— ¿Ya has averiguado algo? —saludó.

Deron la miró más detenidamente. Fijándose primero en su cuerpo musculoso de curvas suaves. No pudo evitar mirar detenidamente algunas de las finas cicatrices que surcaban sus pómulos y brazos. El pelo le caía liso y sin volumen hasta los codos, aunque normalmente lo llevaba recogido en una trenza. Sus ojos parecían tranquilos, pero conociéndola, sabía que tras esa mirada se escondía una recia determinación.

—Puede —dijo al tiempo que apartaba la mirada.

—No vas a decirme nada, ¿cierto? —no estaba asombrada, ni mucho menos.

—No hasta que esté seguro de lo que te vaya a decir.

—Entiendo.

— ¿Vas a venir a visitarme todas las noches? —preguntó temiendo lo peor.

—No.

Asintió casi imperceptiblemente y empezó a desvestirse para acostarse. Entonces se acordó de lo aprensivos que eran los humanos con la desnudez y decidió que si tenía que ser uno de ellos debía comportarse como ellos en todos los sentidos.

— ¿Vas a quedarte mirándome mientras me desvisto?

Neirul sonrió casi imperceptiblemente al tiempo que asentía con respeto. Entonces fue hacia la ventana y saltó. Deron no miró, sabía que se desvanecería en el aire y que, por suerte, no volvería hasta pasado un buen tiempo. O eso esperaba.





Al día siguiente acudió al que había sido el nuevo centro de la chica. Las notas parecían haberse normalizado tras el cambio de instituto. Pero tampoco había sido bien aceptada. Seguía siendo solitaria y poco sociable. Aun así acabó su enseñanza en el mismo centro y fue a la Universidad con intención de estudiar arte. Al parecer sus compañeros habían optado por ignorarla y ella había hecho los imposibles por pasar desapercibida.

Aparte de eso no encontró gran cosa. Pero le pareció un avance importante. Ahora podía hacerse a la idea del tipo de infancia que vivió: solitaria, sin amigos... Suponía que a no ser que hubiera tenido una familia que la apoyara no hubiera podido soportarlo, y todas las pistas parecían indicar lo contrario.

Lo próximo sería investigar a sus padres, que por lo que decía en los registros, eran adoptivos.

Volvió a utilizar el mismo método, primero los registros oficiales, después las notas de tutores, escuelas... Lo que habían estudiado, cómo se habían conocido, cuándo se habían casado, por qué adoptaron una niña...

Le parecieron dos personas bastante normales, que seguro que habían sido cariñosos con su hija y demás. Pero, no parecía suficiente como para que la chica en cuestión fuera feliz, y por lo que había leído, lo era.

Lo peor era que había tardado más de una semana en llegar a esa conclusión y que todavía no sabía a qué atenerse en cuanto a ella.





Después de varios días de acumular más y más información, y más y más datos sobre todas las personas que habían vivido o a las que había conocido la chica, volvió a su apartamento a repasar todo lo que había hallado como todas las noches.

No se sorprendió al ver a Neirul, suponía que tarde o temprano iría a visitarlo de nuevo.

— ¿Qué has descubierto? —le preguntó ella.

Deron la miró a los ojos y afirmó:

—Ya lo sabes.

—Era una simple formalidad, me refiero a que si ya sabes cómo averiguar algo más sobre ella.

—No —llevaba días intentando llegar a una conclusión, y aún no tenía ni idea de cómo lograrlo sin acercarse a ella.

Miró a Neirul, siempre tan fría y una chispa brilló en sus ojos. No le gustaba nada a dónde le llevaban sus reflexiones. Pero no había más remedio. Al final tendría que acercarse a ella. Fingir ser su amigo y, con un poco de suerte, ella misma le diría todo lo que quería saber.

Neirul lo miró con una sonrisa de suficiencia en los labios y desapareció.

“Tengo que prepararme.” pensó Deron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario